
Lo que decimos sin hablar
27/08/2018
Coaching o PNL
27/08/2018¿Puede el lenguaje no verbal predecir cuánto durará una relación?
¿Es posible predecir la duración de una relación de pareja?
¿Cuánto tiempo necesitan los alumnos de un docente para saber si les va a gustar o no?
¿Podemos predecir la probabilidad de que un determinado médico sea demandado por negligencia?
Aunque parezca increíble, la respuesta a todas estas preguntas es un SÍ rotundo. En un post anterior llamamos la atención sobre el impacto que nuestros gestos y voz tienen sobre los demás y hablamos de la congruencia en nuestros mensajes. Hoy queremos explicar algunas recientes investigaciones que muestran resultados sorprendentes.
Predecir el tiempo que una pareja permanecerán juntos
John Gottman (www.gottman.com/) lleva trabajando con parejas desde los años 80, con el fin de conocer los factores que contribuyen a una buena relación, así como los indicadores de que la relación está empezando a fallar. Gottman, ha desarrollado un modelo para estudiar las conversaciones entre una pareja, basado en la toma de datos no verbales (gestos, micromovimientos, expresiones fáciles, movimientos en la silla, etc.) que le permiten identificar lo que él llama “indicadores de afecto”. Este modelo se nutre en parte de las investigaciones de Paul Ekman sobre microexpresiones faciales,
El proceso consiste en grabar en video a la pareja mientras está conversando y luego codificar cada segundo de dicha grabación, en base a 20 categorías de emociones que puede expresar una pareja en el curso de una conversación.
Dejando de lado cuestiones técnicas, lo más sorprendente es que Gottman, analizando solamente 3 minutos de conversación, puede predecir si una pareja se divorciará o no. También puede estimar, con una precisión del 90%, cuanto tiempo permanecerán juntos, aunque para ello necesita analizar 15 minutos de la conversación.
En este enlace (https://www.gottman.com/blog/the-four-horsemen-the-antidotes/) se puede encontrar una interesante infografía, con algunos consejos para gestionar lo que Gottman llama “Los cuatro jinetes” en las relaciones de pareja.
¿Me gustará este docente?
Nalini Ambady (https://en.wikipedia.org/wiki/Nalini_Ambady) fue una psicóloga que desde la Universidad Harvard investigó sobre sobre los aspectos no verbales de nuestra comunicación, así como el efecto de la primera impresión en nuestras relaciones.
En uno de sus experimentos, tomó tres grabaciones en vídeo (sin sonido) de diez segundos de duración donde se veía en acción a tres profesores. Mostró estas grabaciones a un grupo de estudiantes y les pidió que puntuaran a cada docente. Seguidamente, redujo la duración a 5 segundos y obtuvo las mismas puntuaciones. Incluso fueron similares con sólo 2 segundos. El experimento continuó al cabo de un semestre de clases, cuando se pidió a los alumnos que hicieran una nueva evaluación en base a esos 6 meses de experiencia. El hallazgo interesante fue que las valoraciones eran prácticamente iguales.
Es decir, que alguien que ve una grabación muda de apenas dos segundos de duración de un profesor al que no conoce ni ha visto antes, llega a conclusiones muy parecidas al evaluar a ese docente que los estudiantes que han asistido a sus clases durante un semestre completo.
Conviene remarcar que en este caso, a diferencia del trabajo de Gottman, las grabaciones de video son presentadas sin voz. Esto nos demuestra el predominio del lenguaje corporal a la hora de causar un determinado tipo de impacto en los demás.
¿Demandarán a este médico por malas prácticas?
Aquí encontramos de nuevo a Nalini Ambady, revisando unas grabaciones (sólo sonido) de conversaciones entre médicos y pacientes. Aproximadamente la mitad de esos registros sonoros correspondía a médicos que habían sido demandados al menos en dos ocasiones (la otra mitad, obviamente, a profesionales que no habían recibido reclamaciones).
Ambady seleccionó dos conversaciones de varios médicos de ambos grupos (demandados y no demandados). En cada una de ellas seleccionó dos fragmentos de 10 segundos donde hablaba sólo el médico y aplicó un filtrado de frecuencias con el fin de que no se pudieran reconocer las palabras. El resultado eran unos fragmentos de sonido donde no eran comprensibles las palabras pero donde sí se podía percibir la entonación, el ritmo y el volumen de la voz.
Luego, organizó un equipo de evaluación, con el encargo de que evaluaran esos fragmentos según determinadas características como afecto, hostilidad, dominación y ansiedad. Tras la evaluación, se dieron cuenta de que sólo con esos factores era posible reconocer a los médicos que habían sido demandados y a los que no. En este artículo (https://goo.gl/zvVkSx) se pueden ver los detalles del experimento.
Lo más sorprendente de todo es que los miembros del equipo de evaluación no conocían en absoluto las destrezas de los médicos, ni su respectiva experiencia ni formación; tampoco podían reconocer lo que los médicos estaban diciendo. Simplemente se basaron en las cualidades de la voz para emitir su opinión. No obstante, esto fue suficiente para reconocer a los médicos “demandables”. En realidad, el asunto era aún mucho más sencillo: cuando la voz del médico sonaba “dominante”, el médico formaba parte ─ con toda certeza─ del grupo demandado.