PNL para la familia 3
13/02/2019El metamodelo de lenguaje en la PNL programación neurolingüística
19/07/2019¿Qué quieres para hoy?
Antes de empezar, elige dos o tres cosas verdaderamente importante de las que te quieres ocupar. Puedes utilizar estas preguntas para concretar
¿Qué quieres hacer? ¿para qué es eso? ¿que tendrás si lo consigues?
¿Dónde lo quieres?
¿Con quién?
¿Qué cantidad de tiempo quieres utilizar?
¿Utilizarás estrategias y habilidades específicas? ¿Puedes tú o necesitas colaboración?
¿Qué es importante para ti en este tema? ¿Qué te aporta?
¿Cómo sabes que lo estás consiguiendo?
Utiliza el poder de tus palabras. Es la primera clave para aportar lo mejor de ti.
Habla de lo que sí quieres que ocurra
Necesitamos considerar algunos vicios de expresión de nuestro entorno. En nuestra sociedad tendemos a llevar la atención hacia lo que hay que evitar y quitar relevancia a lo que ya hemos logrado; se considera que una forma de motivar es señalar lo que aún falta por conseguir. Esto nos lleva a hablar de lo que «no queremos» y nos cuesta definir lo que «queremos».
Es habitual hablar desde el NO como forma de indicar lo que se desea lograr cuando en realidad, esa forma solo señala lo que queremos evitar o escapar. A veces, puede ser interesante saber lo que no se desea; no obstante, para poder tomar una dirección, es imprescindible saber el lugar de destino y definir nuestros deseos. De lo contrario, podemos llegar a un destino insospechado e indeseado.
Nuestra forma de hablar es determinante a la hora de establecer nuestras prioridades y orientar nuestras acciones. Conviene tener en cuenta que nuestro cerebro entiende la construcción «No + verbo» de una forma curiosa. De hecho, si construimos este tipo de frase, el resultado es que la persona que escucha el mensaje recibe básicamente el impacto del verbo; es decir, se queda sólo con la acción. La cosa es clara: sólo existen acciones; la ‘no-acción’ no existe.
¿Qué es lo que sí quieres que ocurra?
“Primero descubre lo que quieres ser, luego haz lo que tengas que hacer”.
“La felicidad y la libertad empiezan por saber lo que puedes controlar y lo que no”
“Presta atención a tus asuntos; los asuntos de los demás es asunto suyo y no tuyo”
Epicteto 55 dC.
En ocasiones empezamos las actividades para hacer todo lo que nos hemos programado sin preguntarnos qué, cómo, cuándo y qué pretendo haciendo esa tarea. Terminamos el día frustrados con expectativas demasiado altas de lo que debería haber ocurrido
Preguntas
¿Qué deseo específicamente?
¿Depende de mí este asunto? Si no depende del todo… ¿Qué parte depende de mí? ¿Cómo puedo contribuir en lo que no depende de mí?
¿Qué parte puedo hacer hoy de este tema?
¿Cuánto tiempo quiero dedicarle? ¿Tiene el tamaño adecuado? ¿pongo fin?
¿Qué espero conseguir? ¿Cómo sé que lo he conseguido?
¿Reconozco y valoro las cosas conseguidas?
¿Delego? ¿Confío en mis colaboradores? ¿Dejo un espacio de aprendizaje para mí y los demás?
Siendo breve: la emoción sólo nos avisa de algo cuando llega. Nos puede estar diciendo que nos estamos acelerando o que no creemos en nuestra preparación. Acoger la emoción significa aprender y aceptar el mensaje.
Luego actúa desde el estado que es adecuado para la acción.
Ejemplo: Tengo una reunión en una hora y me noto con palpitaciones por nervios. Observo mi lenguaje interno por si es necesario cambiar algo. Elijo como quiero estar, traigo un recuerdo de haber estado de esa forma y anclo mi estado antes de salir. Así al entrar a la reunión entro desde el Estado elegido, por ejemplo centra miento.
Para organizar tu día, cierra los ojos durante unos minutos, visualiza los momentos más importantes, espacia esos momentos y observa cada uno de ellos
- ¿Qué ocurre contigo y en el entorno?.
- ¿Ha aparecido algo interesante para tener en cuenta?
- ¿Tienes todo lo necesario?
- ¿Qué hay en la escena que puede ser importante y no estaba en tu mente?
- ¿Es adecuado lo preparado?
¿Has programado los imprevistos? ¿Cómo reaccionas cuando las cosas no sales según lo planeado? ¿Dejas espacios para la flexibilidad?