Escuchando a tu cuerpo
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09/06/2020El nervio vago
El estrés genera el impulso para huir o atacar. Además de estas dos formas de afrontar un peligro, hay una tercera: la parálisis por estrés . Algunos animales se hacen el muerto, reduciendo su ritmo cardíaco. El ser humano también tiene disponible este recurso, que es una forma diferente de manejar el peligro.
Decimos forma diferente porque es una tercera opción, que va más allá de las dos más habituales que consisten en atacar o en huir, basadas en el uso de la fuerza y en un cálculo rápido para elegir entre una y otra en función de si nos sentimos en una situación de superioridad o de inferioridad.
La parálisis por estrés es una posibilidad que entra en acción cuando una persona siente que no puede huir ni tampoco tiene fuerza para luchar contra ese peligro que siente encima de ella.
Teoría polivagal
Stepehn Porges es un neurocientífico que ha formulado una teoría que explica el mecanismo por el cual nos paralizamos en situaciones de mucho miedo o estrés.
Simplificando, una de las ramas del nervio vago, que a su vez forma parte del Sistema Parasimpático, es la responsable de esta paralización. Este nervio está presente también en otros animales, como los reptiles, y en su caso les ayuda a “hacerse el muerto” para evitar ser devorados por sus depredadores.
La parálisis o congelación y la disociación en el ser humano
Cuando una persona se encuentra en una situación de gran peligro, el nervio vago desempeña una función similar, provocando dos efectos diferentes, ambos orientados a minimizar el dolor.
Por un lado, la parálisis por estrés de la persona, que parece incapaz de realizar movimientos, especialmente los de lucha o de oposición a la amenaza que tiene frente a sí.
En segundo lugar, se produce una disociación, fenómeno que consiste en ver la escena “desde fuera”, es decir, como si la persona a quien le esté ocurriendo eso tan terrible fuera alguien distinto a ella. La disociación generada voluntaria y conscientemente es un procedimiento que permite gestionar el dolor cuando se trata de dolencias crónicas. En este caso, el efecto de la disociación es una especie de anestesia, que ayuda a mitigar la sensación de dolor.
Agresiones, abusos, violaciones
A menudo llegan a nuestro conocimiento sentencias judiciales relacionadas con delitos sexuales donde las víctimas (habitualmente mujeres) parece que no han ofrecido resistencia, extremo que lleva a mitigar la calificación del delito.
En nuestra opinión, se trataría de casos donde ha operado el nervio vago, provocando esa parálisis o congelación que, sólo aparentemente, se confunde con una especie de consentimiento o, como mínimo de no oposición.
Las víctimas de esa situación no saben explicar su reacción, lo cual termina de complicar el tema. Por otra parte, estas personas refieren a menudo esa sensación de estar viendo la escena desde fuera, mecanismo que es totalmente inconsciente.
Liberando tu nervio vago
La parálisis por estrés no tiene porqué aparecer de pronto o de manera extrema. En situaciones normales o de estrés ligero, también se puede activar el mismo nervio, provocando un estado de cierto bloqueo. Liberar ese estado es muy sencillo. Para hacerlo, puedes llevar a cabo el ejercicio que describimos a continuación:
- Colócate en posición tendida, boca arriba, o te sientas en una silla
- Entrelaza tus manos detrás de tu nuca, de manera que bloqueen de modo firme el giro de la cabeza
- Manteniendo esa inmovilidad de la cabeza, gira tus ojos hacia un lado y mantén la mirada en esa posición durante unos instantes
- Seguidamente, gira tus ojos hacia el lado opuesto, siempre manteniendo inmóvil la cabeza
- Regresa la mirada al frente y libera tus manos. El ejercicio ha concluido
En los pasos 3 y 4 puede aparecer algún bostezo o quizás hagas una inspiración profunda. Ambas son señales de desbloqueo.
Puedes realizar este sencillo ejercicio de manera más o menos casual a lo largo del día, para asegurarte de que tu nervio vago está liberado.