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El poder del no

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El uso del NO

«No dejes eso ahí»

Cuando damos una orden o unas instrucciones al alguien, decirle lo que no ha de hacer tiene poca utilidad. Es mejor decirle lo que deseamos que haga. Este asunto está relacionado con dos aspectos de nuestro funcionamiento mental: por un lado, la necesidad de tener una dirección clara y por otro la paradoja generada por esa forma de dar una indicación, que propicia que llevemos la atención precisamente hacia lo que no interesa.

Veremos con detalle ambas cuestiones.

 

Definir una dirección

La palabra ‘no’ es muy útil para responder preguntas: ¿has traído el martillo; no. También sirve para excluir alguna opción: quiero una ensalada que no lleve aceitunas. Hasta aquí, todo bien.

Sin embargo, ¿qué sucede cuando le dices a alguien “no vayas por ese camino”? Si sólo hay dos alternativas, podría ser una forma útil; pero imagina que hay más de dos. Excluir una sirve de poco, puesto que la persona no tiene una indicación clara.

Cuando damos una instrucción, una orden; cuando deseamos que alguien haga algo, su mente necesita una referencia clara, una dirección. Diciendo lo que no ha de hacer no le estamos proporcionando esa dirección. Haciendo un símil, nuestra mente es como un taxi. Cuando entras en el vehículo, necesitas decirle al conductor el destino al que deseas que te lleve. Es prácticamente inútil decirle el lugar a donde no vas; es más, haciendo eso quizás te ganes un buen correctivo.

Por consiguiente, si queremos dar una indicación clara, que defina la dirección, necesitamos utilizar un lenguaje afirmativo, que contenga la descripción de lo que la persona ha de hacer o de lo que queremos que ocurra.

 

La paradoja del ‘no’

Hablando de Comunicación, algo que descubrieron los lingüistas hace mucho tiempo es que citar algo lleva como consecuencia inevitable que el oyente se fije en eso. Si yo digo la frase “me gusta el cine”, mi interlocutor evocará la experiencia “cine” y, probablemente, la conversación derive a hablar sobre el Séptimo Arte. Lo interesante es que si yo digo “no me gusta el cine”, el efecto sobre el interlocutor será bastante similar: pensará en “cine” y hablaremos de ello. Quizás el snetiod de la conversación será distinto, pero hablaremos de cine.

En múltiples situaciones de negocios, personales, etc. escuchamos frases similares: “no es adecuado hablar acerca de este asunto”. Inmediatamente, el ‘asunto’ se convierte en el centro de la conversación, aunque sea para continuar discutiendo si se habla de él o no; paradójicamente, ya se está hablando de él.

Yendo un poco más allá, podemos encontrar el impacto neuro-lingüístico de la forma negativa. Cuando una persona escucha una frase dicha por alguien, el proceso de comprensión incluye la necesidad de que esa persona se haga una representación interna de la acción referida en la frase. Es un paso imprescindible, que tiene que ver con nuestra necesidad de entender lo que hemos escuchado y darle un sentido.

 

El poder del no

En la creación de esa representación interna, la presencia del ‘no’ se convierte en un escollo difícil de superar. Aunque yo puedo construir una imagen de prácticamente cualquier acción, es imposible generar la imagen de una no acción. Yo puedo imaginar la acción ‘correr’, pero es imposible generar una imagen de la acción ‘no correr’. Porque, ¿qué es no correr? ¿Andar despacio? ¿Detenerse? ¿Permanecer quieto durante un rato?

Para solventar esta multiplicidad de situaciones, recurrimos a algo mucho más simple, que (inesperadamente) crea una complicación adicional: generamos una imagen de ‘correr’ y luego lo tachamos o lo apartamos diciendo ‘no’. El efecto de este proceso es que, aunque sea sólo por unos instantes, la cosa rechazada ha ocupado plenamente nuestra atención.

Cuando yo digo “no te enfades” o “no te preocupes”, inevitablemente (mediante un proceso inconsciente)  aparecen en tu mente las experiencias ‘enfadarse’ y ‘preocuparse’; y aunque luego las taches o las apartes (en una acción consciente), ya estuvieron ahí durante un pequeño lapso de tiempo.

 

Conclusión sobre decir no

Como hemos visto, la palabra ‘no’ sirve para responder a preguntas o para excluir opciones. En cambio, no define. Por otra parte, para que una acción se cumpla o sea ejecutada con efectividad, necesitamos dar una orientación clara.

Por consiguiente, cuida la forma en que das indicaciones. Evita utilizar el ‘no’ y busca siempre la forma de decir lo que sí deseas, lo que sí quieres que se haga o que suceda. Tu comunicación será más clara y tendrás más probabilidades de que se haga eso que deseas.

 

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