Preguntas para pensar y conectar con la experiencia o preguntas de chafardero.
¿Cuál es la diferencia entre una buena pregunta y una pregunta inútil, de cotilleo o mala?
Cuando deseo averiguar la forma de llegar a un lugar, es obvio que una buena pregunta es aquella mediante la cual obtengo la información deseada.
Hablamos, claro está, de preguntas en relación a una situación problemática.
Cuando yo percibo una situación como problema es porque me cuesta encontrar una solución; si ya la tuviera, no habría problema. Las personas solemos tener una forma de manejar los temas; cuando esta forma no funciona, aplicamos una variante de la fórmula básica. Y si esta segunda forma no funciona, necesitamos buscar otro camino. En este preciso instante es cuando tenemos el problema encima de la mesa.
En una situación así, está claro que mi forma habitual de pensar sobre el asunto ya no sirve. Necesito cambiar el enfoque, probar otras vías.
Entonces, es el momento de las preguntas (y también de los consejos no solicitados). Existen básicamente dos tipos de pregunta:
Preguntas que indagan sobre el problema:
¿qué has hecho? ¿qué ha ocurrido? ¿por qué lo has hecho? ¿dónde estás (o estabas)? ¿con quién? ¿cuántas veces te ha ocurrido eso en el pasado?
Salvo la pregunta del “¿por qué?”, de la cual hablaremos más adelante, buscar la respuesta a esas preguntas no me sirve para nada. Es información que yo ya tengo y que simplemente voy a contestar casi mecánicamente.
La pregunta “¿por qué?” me llevará habitualmente a buscar razones (justificaciones) para lo que ya hice.
En todo caso, la única reflexión que habré hecho me llevará a reforzar mi posición
Porque siempre tenemos razones para hacer lo que hacemos, aunque esto no funcione.