¿Cuales son tus pensamientos en el trabajo? ¿y de tu actitud y resultados? ¿De tus colaboradores y clientes?
Somos seres pensantes. Nuestro cerebro no descansa ni un solo momento, incluso para dormir se dedica a clasificar, reordenar y procesar pensamientos y recuerdos
¿Sabes cuántas cosas puedes llegar a pensar en un día? ¿Qué pensamientos son? ¿De qué tipo?
Las últimas estadísticas hablan de 60.000 pensamientos por día, de los cuales un alto porcentaje son ataques a nosotros mismos. Mensajes limitantes: juicios, presuposiciones de lo que va a pasar, creer que sabemos lo que está pensando nuestro jefe o nuestros compañeros de trabajo, ponernos etiquetas destrucitvas, etc.
Cuando la mayoría de estos pensamientos limitantes se apoderan de nuestro día, disminuye drásticamente la energía para hacer un buen trabajo. Situarnos en apertura a descubrir nuevos opciones se hace casi inalcanzable.
Es necesario ser conscientes de nuestros pensamientos y comenzar un nuevo camino.
¿Donde podemos llevar la atención para conectar con pensamientos que nos den fuerza y estabilidad?
La única diferencia entre un buen y mal día es tu actitud
Observa tu puesto de trabajo. Seguro que tienes un ordenador, lápiz, papel. Todos estos objetos ha sido imaginados, diseñados, realizados, transportados por personas y gracias a su trabajo tú dispones de esas herramientas que facilitan tu día a día. ¿Sabes per por cada objeto pueden haber pasado unas 100 personas antes de que llegue a tus manos?
Solo por un momento piensa en el edificio donde te encuentras. ¿Quién lo hecho? ¿Cuántas personas hicieron posible el sitio donde estás ahora mismo?
En cada acto que emprendemos utilizamos la información, el trabajo de otros. Agradecer lo que otros hacen por nosotros nos permite conectar con energía en movimiento, de avance, mientras que enredarnos en lo que consideramos que otros hacen mal, lo que tienen los demás, sólo limita nuestra forma de ver el mundo. Ayer sin ir más lejos, después de mucho tiempo, vi un programa de TV que me llamó la atención. El director de una empresa se hacía pasar por un empleado para estudiar el funcionamiento de la empresa. Terminé con lágrimas en los ojos, ya que al poner la atención en lo que las personas hacían bien y su involucración en el trabajo le resultó más fácil dar un buen feedback de mejora.